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jueves, 2 de abril de 2015

Microtonalismo: espacio liso (1)

He estado urgido por escribir sobre este tema del microtonalismo y del espacio liso por el énfasis que he hecho en este blog en el pensamiento musical dodecafónico. Aunque he dedicado tiempo al estudio del dodecafonismo como una primera aproximación a la música del siglo XX, al punto de escribir una entorno en Lisp para trabajar en ese sistema, en la actualidad mi atención se inclina cada vez más hacia aspectos materiales y concretos del sonido crudo.

Podríamos tomar la distinción deleuziana entre lo estriado y lo liso para dar cuenta de dos modos distintos de usar el material sonoro para hacer música. Entiendo por estriado el plano discreto donde se desarrolla no sólo el pensamiento musical de Schoenberg y sus seguidores, sino todo el que ha dependido de la escala temperada de doce sonidos: la música occidental por lo menos desde Bach hasta nuestros días. Esto quiere decir que la música dodecafónica tendría como uno de sus principales paradigmas esa antología de preludios y fugas que él mismo llamó El Clavecín bien Temperado escrita por el viejo Bach. Se trata de una hermosísima demostración de cómo la escala temperada hacía posible interpretar piezas en diversas tonalidades en un mismo instrumento. Esto no es posible si se usa la afinación tradicional, clásica, la que había estado en uso por lo menos desde la Grecia antigua: la llamada afinación justa, que no es sino una breve ampliación de la escala pitagórica, que incluye una relación más para el intervalo de tercera, además de la octava, la quinta y la cuarta, los intervalos explicados por el modelo pitagórico.

Con la escala temperada parecía haber triunfado la tonalidad por encima del viejo sistema modal, ya que permitía uno de los principales recursos de la variación de la música de Occidente: la modulación, el cambio de color tonal de una obra. Así que en el temperamento se hallaba en potencia no sólo la música clásica, sino también el intenso cromatismo de la música romántica de, por ejemplo, Chopin y, finalmente, la música expresionista de Schoenberg y sus discípulos, siendo la estridente y disonante música de estos autores la que me parece mejor ha realizado las posibilidades del sistema dodecafónico, ya que en la escala temperada los acordes nunca alcanzan la pureza armónica que se puede obtener con el sistema de afinación justa. Así que el dodecafonismo de Schoenberg sería, como lo veo, el conjunto de procedimientos mas coherentes con la escala temperada, al poner mayor énfasis en la disonancia que en la consonancia, el rechazo barroco de la música como arte dirigido a ofrecer sonoridades agradables al oido, en favor de una noción de música como expresión del mundo afectivo.

En música, el espacio liso se correspondería al plano donde despliegan sus ideas musicales compositores como Edgard Varèse, Gyorgy Liegeti y Iannis Xenakis, un espacio donde los sonidos se despliegan en un continuo no discreto, una música donde predominan los glissandi, las alturas indeterminadas, los timbres borrosos y complejos. Con estos autores el mundo discreto de la escala temperada pierde su privilegio como único modo de acercamiento a la creación musical. Pero entre el espacio discreto y el continuo encontramos autores como Ivan Wyschnegradsky, Alois Haba, y el mejicano Julián Carrillo, y luego el norteamericano Harry Partch, que a su manera ponen en evidencia las limitaciones de la escala de doce sonidos que intentan superar a través de escalas mucho más complejas.

Se puede decir que fue Ivan Wyschnegradsky (1893–1979) el responsable de la introducción de los conceptos de espacio musical, simultaneidad y de la noción de cotinuum de de sonidos. En "Musique et Pansonorité" (1927), comenta que "el principal problema de la música" es "la antítesis de lo continuo y lo discontinuo, una antítesis que no es considerada en ninguna parte (excepto quizá en las altas matemáticas perhaps) con mayor claridad y relieve que en el arte musical". Además reconoce que esta antítesis ha sido tratada magitralmente por Bergson.Wyschnegradsky, como Bergson, fue contrario a la oposicion entre el continuo y el discontinuo. Dedicó muchas de  sus exploraciones a denominaciones de alturas cada ve más pequeñas en busca de un espacio de alturas completamente liso, suave.

Alois Haba (1893 - 1973) fue un gran teórico, como podemos constatarlo en su libro Nuevo Tratado de Armonía. Tenía parte del texto en alemán, pues el musicólogo Francisco Curt Lange, ya desaparecido, me había permitido la copia de una parte. Luego lo ubiqué en Internet en inglés. Finalmente, en Argentina, un amigo consiguió una traducción al español.



Julián Carrillo (1875 - 1965) fue un compositor y teórico de la música mexicano recordado especialmente por ser un importante pionero del microtonalismo. La ruptura con la escala temperada de doce sonidos no es un mero capricho ni un ansia gratuita de novedad. Entre otros problemas que plantea la escala dodecafónica es que los intervalos de octavas, sobre los que se basa la equivalencia de clases de alturas (un do tendría el mismo valor armónico que cualquier do, no importa la escala en la que se ubica), no nos proporcionan consonancias puras. El sistema temperado introduce una asimetría importante que afecta nuestra manera de apreciar las sonoridades musicales. En este orden de ideas, Carrillo planteó su teoría del sonido 13, que lo llevó con el tiempo a plantear escalas con dieciséis y treintidosavos de tonos, para lo cual creó el arpa microtonal. Cuando uno escucha la música hechas con este instrumento, da la impresión de estar escuchando masas sonoras continuas, más que una serie de notas perfectamente separables una de otra. Con Carrillo se plantea el aprovechamiento absoluto del infinito en los sonidos y en las escalas musicales.


Aunque probablemente no lo planteó en los mismos términos que Wyschnegradsky, es evidente que las investigaciones de Carrillo siguen la misma dirección, como lo demuestra su obsesión de encontrar una subdivisión de continuum sonoro capaz de reflejar su suavidad natural.

El norteamericano Harry Partch (1901-1974), quien inventó varios instrumentos propios para interpretar su música, basada en escalas de más de doce sonidos, escribió el libro Genesis of a Music, donde presenta la teoría que explica su obra.


En mi opinión, el microtonalismo moderno constituye, después de algunos intentos fallidos en el bajo renacimiento (con el arcicembalo y el archiórgano de Nicolà Vicentino, que divide a la octava en 36 notas), uno de los pasos hacia el espacio continuo que comienza a hacerse visible en la música de Varèse y que encuentra en la música electrónica, donde se explota el ruido y el compositor se ve obligado a crear el mismo el sonido a partir de sus componentes, un medio idóneo de desarrollo.

El espacio microtonal, en contra de la escala dodecafónica temperada, sería el primer paso dado hacia la conquista de un espacio liso para la música. De hecho, el trabajo de Carrillo sería una consecuencia en música de las diferenciaciones de infinitos desarrollada por el matemático Georg Cantor a través de su teoría de conjuntos, teoría según la cual el infinito de los números reales no sólo sería mayor que el de los números naturales, sino que además no es enumerable. Por este motivo, entre dos notas de la escala temperada podríamos encontrar un espacio infinito de notas y de reordenamientos, sonidos que dejamos de escuchar si nos limitamos al espacio estriado y discreto de la escala temperada. Cuando Wyschnegradsky comenta que sólo en las matemáticas es posible descubrir preocupaciones por la oposición entre el espacio continúo y el discontinuo, se refiere a las discusiones que los trabajos de Cantor desencadenaron.

Debo confesar que no es una genialidad de mi parte esta distinción entre un espacio liso y uno estriado, una distinción planteada aquí en términos de la diferencia entre sonidos que se prolongan en un continuo y sonidos discretos, separados unos de otros, tomados de una preselección en forma de escala. Es una distinción planteada por Gilles Deleuze y Felix Guattari en Mil Mesetas, pero extendida al campo de la música por Edward Campbell en su libro Music After Deleuze (2003).

The core idea in Chapter 3 is centred on the way in which music at times may be said to inhabit striated, that is variably divided and discontinuous, pitch spaces that contrast with the possibility that pitch space may be smooth, undivided and continuous [...]
In A Thousand Plateaus, smooth space is opposed to any number of traditionally striated spaces, understood as two distinct models or images of thought. [...].


Referencias

Alois Haba: Nuevo Tratado de Armonía. Madrid: Real Musical, 1984.

Harry Partch: Genesis of a Music. New York: Da Capo Press.

Edward Campbell: Music After Deleuze. London: Bloomsbury Publishing Plc., 2003.


Música algorítmica en Python

Desde hace tiempo no he agregado más entradas al blog porque quiero empezar a hablar de la necesidad de hacer música sin usar la escala temperada, incluso, de no usar ninguna escala y moverse en un espacio sonoro continuo. Un ejemplo claro de música sobre un espacio sonoro continuo es Ionization de Edgar Varèse, obra hecha para instrumentos de percusión y donde el autor incluye un par de sirenas y el piano sólo interviene para producir unos racimos ("clusters") explosivos, efectos más cercanos al ruido que a lo que tradicionalmente llamamos sonido musical.

Sin embargo, en una conversación me comentaron el interés de hacer música usando python, un lenguaje de programación de propósito general muy usado en la actualidad. Hasta hace poco, sólo había trabajado composición algorítmica en Lisp, uno de los lenguajes de programación más antiguos, pensado originalmente para hacer inteligencia artificial. Pero, no me acuerdo cómo, me topé con una biblioteca en python llamada pyknon, escrita y mantenida por Pedro Kroger, quien es además autor de Music for Geeks and Nerds, un libro editado en formato pdf.


Aunque es suficiente la información incluida en pyknon para familiarizarse con el uso de python para hacer música algorítmica, es sumamente enriquecedora la lectura de Music for Geeks and Nerds. Es un texto muy fresco, que puede leerse en una tarde (si se tiene conocimientos mínimos de música y programación). No hay que dejarse engañar por lo ligero del estilo de Kroger, pues el texto presenta en forma clara y precisa la idea esencial de la música algorítmica: encontrar el proceso detrás de la composición. En términos algorítmicos esto significa encontrar el filtro preciso que seleccione entre un flujo aleatorio de notas cuya duración y secuencia han de producir el efecto deseado. Usando la escala temperada esto es relativamente simple, pues trabajamos con doce notas, cada una de las cuales podemos representar con un número natural. Luego, ese número lo proyectamos sobre el espacio abierto por el conjunto de notas midi, cada una de las cuales también está identificada por un número natural. Por ejemplo, el do central del piano es la nota midi número 60.

Kroger es claro en su propuesta: valerse de la capacidad representativa o posibilidades simbólicas de un lenguaje de programación para entender conceptos musicales fundamentales. Por ejemplo, en Caleb Madrigal hay un script escrito en phyton que usa pyknon para ofrecer una comprensión de ciertos conceptos musicales, como intervalos y acordes. No es una idea original de Kroger. Es la idea que ha orientado muchas investigaciones en el campo de la ciencia cognitiva: la posibilidad de reproducir computacionalmente lo que hacemos con nuestra mente. Esto ofrece una comprensión muy precisa de los procesos mentales implicados en la producción de decisiones y acciones inteligentes. Podemos entonces usar el éxito de la implantación computacional de estos procesos como un criterio importante en la evaluación de nuestras conjeturas acerca de lo que sean los procesos mentales implícitos, por ejemplo, en la creación musical. En cierto sentido, esta ha sido la propuesta de Marvin Minsky ("Music, Mind and Meaning", en Clynes (ed) (1982) Music, Mind, and Brain: The Neuropsychology of Music. NY, Springer).


Es increíble que una idea que hoy nos parezca tan simple haya sido lo que prácticamente dio al traste con la psicología conductista en favor de la cognitiva: entre la percepción pasiva y la consecuente reacción existe algo que los conductistas no aceptaban, simplemente porque no lo consideraban observable: los procesos mentales. Los incipientes descubrimientos en teoría de la información y en inteligencia artificial permitieron entender el carácter material de los procesos mentales, entenderlos como entidades físicas.

Hacer música dodecafónica con un sistema algorítmico es relativamente trivial. Yo mismo he escrito una serie de rutinas en Lisp que, agregadas al sistema Common Music, y usando otros programas del sistema (Linux o Windows), genera al azar una serie dodecafónica, en sus diferentes configuraciones, las guarda en un archivo gráfico en formato png, puede crear frases con cierto sentido musical en el estilo expresionista.

A mí me resulta apasionante esta manera de hacer música, donde en vez de invocar a las musas sentado frente a un piano rasguñando acordes (lo cual no deja de tener un encanto especial), estamos ante a esta máquina de calcular y conjuramos ideas musicales a través de conjeturas matemáticas y algoritmos. Quizá sea la novedad. Pero reconozco que hay muchos que la rechazan de entrada y no aceptan que sea un modo de aproximación a la creación musical. Es un tema que quizá discuta luego. En lo personal, esta pasión quizá coincida con mi interés por la programación y la lógica. Realmente, la computadora, lo mismo que la lógica, es sólo un instrumento, una herramienta, y como tal no debería ser sino un amplificador de nuestra potencialidad. Lo que sí criticaría de este enfoque de la música algorítmica es que pareciera limitarse a lo que podríamos llamar una sintaxis del material, es decir, la música algorítmica, en la medida que trabaja con sonidos discretos y preestablecidos, generalmente tomados de alguna escala, al hacer abstracción de sus cualidades concretas y materiales tiende a quedarse en un plano combinatorio, centrado en cómo ordenar lineal y rítmicamente una serie de eventos abstractos, descuidando muchas posibilidades estéticas de los sonidos. En esto también resulta útil la computadora, la programación y la lógica, pero bajo otro enfoque.

Referencias

Pedro Kroger: Music for Geeks & Nerds. Learn more about music with Python and a little nit of math.

Manfred Clynes (ed) (1982) Music, Mind, and Brain: The Neuropsychology of Music. The neuropsichology of music. N.Y.: Springer, 1982.