Pero lo que motivó la traducción no fue tanto la necesidad económica. En esa época estaba estudiando composición y me interesaban las técnicas de composición del siglo XX. Los libros que conseguía no eran buenos desde el punto de vista práctico. El tratado de Krenek fue la excepción: está hecho para aprender a escribir música dodecafónica. La exposición, si bien no sigue el método tradicional de las especies, presenta el material en forma gradual, partiendo del trabajo a una sola voz hasta abordar la composición a tres voces. Al final se incluyen excelentes recomendaciones para formas más amplias y un apéndice sobre el diseño de series especiales.
El tratado fue muy útil para mí. Cuando estudié pequeñas formas, pude aprovechar su lectura y poner en práctica lo aprendido. Escribí un cuarteto de madera y un cuarteto de cuerdas, aplicando el método dodecafónico en ambas obras, con las que aprobé ese año de estudio.
Esta grabación la realicé en el estreno de la obra, empleando un grabador de periodista que me habían prestado. El concierto tuvo lugar en el museo Teresa Carreño, en el complejo Ríos Reyna, Caracas. Ahora sólo recuerdo los nombres de dos de los intérpretes, mis amigos el flautista Omar Acosta y el oboista Andrés Eloy Medina.